Es la tecnología que está transformando cada rincón del mundo, permeando las vidas de las personas y de los negocios, impactando en los desempeños macroeconómicos, sociales e incentivando arduas conversaciones parlamentarias. En pleno auge, la inteligencia artificial (IA) está en el centro del debate por su uso, impacto y consecuencias.
Promotora de grandes cambios, nuevos paradigmas y una revolución que promete traspasar las fronteras tecnológicas. Sus promesas van desde el desarrollo e investigación para avances humanos aún pendientes de resolver hasta alertas de nuevas armas, desigualdad y gestora de transformaciones culturales desafiantes. La IA avanza a pasos agigantados.
“Aunque lleva años desarrollándose alrededor del mundo, la IA tomó fuerza y repercusión con ChatGPT. Hoy, con mayor visibilidad e impacto, sigue superándose a cada minuto con hallazgos que, lejos de la escala y capacidad humana, permiten avances que están incentivando aún más su promoción y, por cierto, su regulación. Y en esto, la Unión Europea (UE) marcó un hito”, explica Claudio Ortiz Welsh, gerente general de Cisco Chile.
La UE ratificó la primera ley de IA del mundo. La normativa, inédita a nivel global, exigirá en Europa que los modelos de propósito general deberán cumplir con las obligaciones de transparencia, así como con las normas europeas de derechos de autor. Respecto a los sistemas de alto riesgo (como los utilizados en infraestructuras críticas) estarán sujetos a requisitos más estrictos.
En Chile, hay varios avances. Desde el 2021 el país cuenta con una política nacional de IA y el Centro Nacional de Inteligencia Artificial (CENIA). Y en diciembre de 2023 obtuvo el primer lugar en el Índice Latinoamericano de IA. Asimismo, a nivel parlamentario se está discutiendo la idea de legislar la regulación de los sistemas IA, la robótica y las tecnologías conexas.
“Establecer un marco jurídico para el desarrollo, comercialización, distribución y utilización de los sistemas IA es fundamental para seguir avanzando. Las máquinas que actuan por sí mismas seguirán tomando protagonismo a través de decisiones inteligentes en sectores como el económico, entretenimiento, medicina, telecomunicaciones, entre muchos otros”, precisa Ortiz Welsch.
Hoy se habla mucho de los riesgos y consecuencias que puede tener su expansión sin regulación. Sin embargo, la IA llegó para quedarse. Se espera que sus tecnologías experimenten una tasa de crecimiento anual compuesta de más del 37 por ciento entre 2023 y 2030. Y muchas aplicaciones actuales tienen como objetivo facilitar el trabajo en lugar de reemplazar trabajos realizados por humanos.
Riesgos y beneficios: el dilema conceptual
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la IA transformará la economía global, por lo que hay que asegurarse de que beneficie a la humanidad. Sus datos hablan de que afectará a casi el 40% de los empleos en todo el mundo en mercados emergentes, reemplazando a algunos y complementando a otros. Sin embargo, en países más avanzados será un 60%.
“El FMI advierte que, a diferencia de la automatización y las tecnologías de la información en su aporte a las tareas repetitivas, la IA tiene el potencial de impactar en trabajos altamente calificados. De esta manera, aunque supone enormes oportunidades en productividad, eficiencia y beneficios, requiere un delicado equilibrio de marcos regulatorios que catapulten su potencial para el bien de la humanidad”, concluye Ortiz Welsch.
Sin duda, la IA cautiva y preocupa al mundo. Las alertas y beneficios son reales e inversamente proporcionales. Y es que su efecto es difícil de prever, ya que su propagación será distinta en las economías avanzadas y emergentes.
Al ser un 20% menor el impacto de la IA en mercados emergentes, las perturbaciones inmediatas son inferiores, ya que no cuentan con la fuerza laboral calificada ni la infraestructura para aprovechar las potencialidades de la IA. Por lo tanto, al tener menos condiciones para crecer y expandirse, el “riesgo” es menor.
“La IA como la conocemos hoy será totalmente diferente cuando alcance su potencial. En un par de años, además de completar tareas complejas y repetitivas, se seguirá entrenando mediante sistemas complejos de recolección de datos, los cuales, además de darle funciones y tareas específicas, seguirán modelando el futuro de una herramienta que, a ojos y entendimiento humano, aún no es posible dimensionar”, precisa el ejecutivo.
Mientras avanza en su impacto e implementación en distintos ámbitos, la IA enciende las alarmas por el poco conocimiento que se tiene de ella. Sin embargo, en las manos correctas y bien intencionadas, supondrá un cambio significativo en la forma de vivir.
“Desde la detección hasta el diagnóstico de enfermedades a tiempo; la promoción de ciudades inteligentes y seguras; además de la capacidad a grandes escalas de catapultar la productividad, eficiencia, competitividad y efectividad en diversos rubros, es importante seguir avanzando en el descubrimiento de esta tecnología. Por ello, tomando como ejemplo el caso de la UE, legislar y discutir sobre la IA es fundamental para salvaguardar los derechos de las personas sin dejar de lado su potencial y beneficio para el bien de la humanidad”, sentencia Ortiz Welsch.
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