¿Año sabático o bachillerato? La decisión que puede marcar el futuro universitario

imageEl 40% de los estudiantes chilenos que ingresan a la educación superior se cambia de carrera en el primer año, según estimaciones del Ministerio de Educación. Esta realidad preocupa a los jóvenes que, al terminar el colegio, enfrentan una de las decisiones más importantes de su vida: ¿entrar de inmediato a la universidad, tomarse un año sabático o comenzar por un bachillerato?

Marcela Hormazábal, coordinadora del Centro Integral de Acompañamiento y Desarrollo al Estudiante de la Universidad Andrés Bello (CIADE), sede Concepción, detalla algunas claves para entender las ventajas y desafíos de estas alternativas, y cómo pueden impactar en el futuro académico y personal de los estudiantes.

“Ambas opciones pueden ser buenas, depende de lo que cada estudiante necesite y del momento que esté viviendo. Un año sabático sirve para parar un poco, ordenar ideas y ver qué opción profesional realmente quieren desempeñar en el futuro antes de entrar a la U. El bachillerato, en cambio, les da una entrada más acompañada y permite ver áreas distintas mientras se deciden en lo académico. La clave es elegir lo que les haga más felices a partir de su vocación”, explica Hormazábal.

Año sabático, con propósito

Tomarse un año sabático no significa perder el tiempo. Al contrario, puede ser una oportunidad para crecer, explorar intereses y ganar experiencia. Según un estudio de la Universidad de Harvard, los estudiantes que toman un año sabático antes de ingresar a la universidad suelen tener mejor rendimiento académico y mayor claridad vocacional.

“Un año sabático puede ser muy útil: permite aclarar intereses, bajar el estrés acumulado del colegio y vivir experiencias laborales que ayudan a madurar y explorar mejor las carreras que les atraen”, señala la académica.

Sin embargo, también hay riesgos. La desconexión del ritmo de estudio o la tentación de seguir trabajando sin retomar el proyecto académico pueden desviar el camino. “Es posible perder el ritmo de estudio o, si se dedican a trabajar, sentir que el ingreso inmediato resulta más tentador y dejar de lado el proyecto académico, sobre todo si no existe un plan claro. Por eso es importante que sea una decisión pensada y, ojalá, acompañada por alguien que pueda orientar el proceso”, advierte.

Bachillerato, transición guiada

El bachillerato se presenta como una alternativa intermedia entre el colegio y la carrera profesional. Permite explorar distintas disciplinas, reforzar conocimientos y recibir orientación vocacional.

“Funciona súper bien cuando el estudiante tiene dudas, pero si sabe en qué área se siente cómodo, es mejor ingresar directo a la carrera. En el bachillerato puede explorar, conocer disciplinas nuevas, recibir orientación y reforzar bases antes de elegir una carrera definitiva. También es buena opción para quienes quieren una entrada más gradual a la vida universitaria”, comenta Hormazábal.

La presión externa

La decisión de ingresar a la universidad muchas veces está influida por la presión familiar o social. Esta presión puede llevar a los jóvenes a tomar decisiones apresuradas, sin considerar sus verdaderos intereses.

“La presión externa puede claramente influir en que se tomen decisiones solo para cumplir expectativas, no porque realmente le haga sentido. Eso después se nota en la motivación, en el ánimo y hasta en la permanencia en la carrera”, advierte la profesional.

Por eso, el acompañamiento familiar y el respeto por los tiempos individuales son fundamentales. “Lo ideal es que la familia y el entorno apoyen un proceso más tranquilo, atendiendo a los deseos y preferencias de la persona, para tomar una decisión pensando en lo que quiere quien va a estudiar”, agrega.

¿Cómo saber si un estudiante está listo para comenzar una carrera o necesita un año sabático? Hormazábal es categórica: “Si tiene claridad en sus motivaciones, maneja hábitos de estudio y se siente emocionalmente preparado para el ritmo universitario, entonces se encuentra listo para ingresar a la U. De lo contrario, si aún existen dudas vocacionales que no se disipan, cansancio académico, agotamiento mental, dificultad para decidir o ganas de explorar antes de comprometerse con una carrera, es mejor opción un año sabático”.

Además, el año sabático puede ser una fuente de habilidades valiosas para el futuro académico y profesional. “Puede aportar a desarrollar autonomía, organización, responsabilidad y mejor toma de decisiones, a través de experiencias laborales, voluntariados, cursos, entre otros. Todo eso después aporta al ingreso a la U y en la madurez con que se enfrentan los desafíos”, concluye.

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