Académica Obstetricia
Universidad Andrés Bello
La infertilidad no solo es una condición médica, sino también un reto emocional y psicológico significativo para las parejas. La incapacidad de concebir puede generar sentimientos de culpa, frustración, ansiedad y tristeza. En muchos casos, las parejas experimentan un deterioro en su relación, ya que el estrés constante y la presión social pueden llevar a conflictos y distanciamiento.
Es fundamental entender que la infertilidad afecta a la pareja como unidad, no a una persona de manera aislada. Sin embargo, culturalmente, se ha tendido a responsabilizar a la mujer, ignorando que el hombre también puede presentar problemas de fertilidad. Esta percepción errónea no solo aumenta la carga emocional sobre las mujeres, sino que también lleva a diagnósticos y tratamientos tardíos en los hombres.
Al desmitificar la idea de que la infertilidad es solo una “cosa de mujeres”, podemos visualizar que las causas de infertilidad se dividen aproximadamente en un 30% por factores femeninos, un 30% por factores masculinos, un 20% por factores combinados y un 20% por causas inexplicables.
A nivel mundial, la infertilidad afecta a entre el 10% y el 15% de las parejas en edad reproductiva. En Chile, las cifras son similares, con alrededor del 15% de las parejas enfrentando problemas para concebir. Estos números resaltan la importancia de abordar la infertilidad como un problema de salud pública que requiere atención y recursos.
Respecto a las causas, podemos señalar que en hombres, factores como el sobrepeso u obesidad, el consumo de tabaco, alcohol, drogas y patologías asociadas al síndrome metabólico como la diabetes mellitus tipo II, pueden impactar negativamente en la calidad y movilidad espermática. En las mujeres, podemos encontrar la endometriosis, la anovulación, inflamación y/o infección tubárica y condiciones como el síndrome de ovario poliquístico (SOP), entre otras.
En el sistema público, cuando una pareja presenta problemas con su fertilidad, ambos son derivados desde la atención primaria a la atención secundaria, en donde serán estudiados de manera inicial: mujer con histerosalpingografía, hombre con espermiograma.
Mantener hábitos de vida saludables es crucial para preservar una fertilidad adecuada. Una dieta equilibrada, ejercicio regular, controlar el estrés y evitar el consumo de tabaco y alcohol, resultan fundamentales en la prevención. Mantener un peso adecuado resulta vital, ya que tanto la obesidad como el bajo peso afectan negativamente en la salud. Adicionalmente, es importante que las/os usuarias/os se realicen sus controles anuales de salud para detectar y tratar cualquier afección.
La matrona desempeña un papel vital en el acompañamiento y educación de las parejas que enfrentan la infertilidad. Su labor incluye la pesquisa inicial, el diagnóstico y el tratamiento, además de ofrecer apoyo emocional y psicológico. Las matronas somos profesionales clave en la educación sobre salud reproductiva y en la promoción de hábitos de vida saludables. Actualmente, diversas matronas y matrones en Chile se dedican exclusivamente a la pesquisa, acompañamiento, diagnóstico y tratamiento de la infertilidad en diferentes centros específicos para esta afección, tanto en sistema privado como público, otorgando una atención de calidad e integral a las parejas que viven este problema en silencio y con un profundo impacto emocional.
Bajo la frase “celebremos la vida, fertilidad y esperanza unidas”, los invito a reconocer y apoyar a las parejas que enfrentan la infertilidad. Esta afección no es tema de una sola persona; es un desafío que afecta a la pareja y que merece una atención integral y compasiva.
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