La fiebre en los niños puede generar gran preocupación entre padres y madres, y no es para menos, pues se trata de un síntoma frecuente que puede generar molestias y malestar. Hay que desmitificar algunas creencias erróneas sobre la fiebre y comprenderla como lo que realmente es: un mecanismo de defensa del organismo.
Es cierto la fiebre puede causar incomodidad, mas no quiere decir que sea la enfermedad o peligrosa en sí misma, sino una señal del cuerpo que está luchando contra una infección o inflamación, incluso la salida de dientes o una vacuna puede generar fiebre leve. Temperaturas moderadas pueden ayudar incluso a combatir virus y bacterias.
En este ámbito, hay varias prácticas que no siempre son necesarias para disminuir la fiebre. Por ejemplo, bañar a un niño con fiebre con agua fría o tibia no es recomendable, ya que puede provocar un choque por el cambio brusco de temperatura.
Asimismo, no siempre se necesitan antipiréticos. Si el niño está tranquilo, come y no presenta mayor malestar, se puede esperar un poco antes de medicarlo. Estos fármacos no curan la causa de la fiebre y solo deben usarse si la temperatura es alta o genera mucho malestar.
Otro error común es pensar que, a mayor fiebre, mayor gravedad de la enfermedad. Sin embargo, la magnitud de la temperatura no siempre refleja la severidad del cuadro. Es fundamental observar otros síntomas como dificultad para respirar, vómitos o decaimiento.
La fiebre en los niños es un síntoma por vigilar, pero no motivo de pánico. Es importante mantener la calma, tomar medidas para bajar la temperatura si es necesario y consultar al médico si la fiebre persiste o si el niño presenta otros síntomas.
Pamela Ivanovic
Directora de Postgrado Facultad de Enfermería UNAB
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