Investigaciones recientes sugieren que una desconexión de 72 horas podría modificar la actividad cerebral. El neurólogo José Miguel Enríquez explica cómo impacta el abuso de pantallas y si esta restricción por tres días es efectiva.
La adicción a los smartphones no solo está asociada con un comportamiento de dependencia, sino que también podría estar alterando las funciones cerebrales fundamentales que regulan nuestras emociones y nuestra capacidad de concentración. José Miguel Enríquez, neurólogo y académico de la Universidad Andrés Bello, explica que el uso continuo de teléfonos inteligentes podría desencadenar un proceso neurobiológico similar al de otras adicciones.
“El uso excesivo de Smartphones corresponde en sí mismo a una conducta adictiva que puede llegar a ser una patología si afecta nuestro diario vivir. En distintos estudios se ha visto que los sujetos expuestos a un uso excesivo de smartphones serían más propensos a trastornos del ánimo”, señala.
Recientemente un estudio de Universidad de Heidelberg plateó que limitar el uso de estos dispositivos por 72 horas podría tener un impacto positivo. Si bien el estudio no fue estadísticamente significativo en cuanto a la sensación de ‘’craving’’ o cambios del ánimo, tras la restricción del uso sí se vio, a través de neuroimágenes funcionales, la actividad de áreas que neuro anatómicamente y funcionalmente se relacionan con el proceso neurobiológico de la adicción, es decir, la activación de la vía mesolímbica de la dopamina. “Esto último apoya teóricamente que el uso excesivo de smartphones se comportaría neurológicamente como una adicción”, confirma.
El especialista describe que el proceso de neuroplasticidad, en el que el cerebro se adapta a nuevos estímulos, juega un papel clave en este fenómeno. “El cerebro se adapta a la sobrecarga digital, como lo realiza con cualquier sobrecarga de información nueva, a través de un proceso de potenciación sináptica y mediante la estimulación o inhibición de vías, como son por ejemplo aquellas dopaminérgicas relacionadas con la atención y la adicción”. Este proceso, que es natural en el cerebro humano, puede, sin embargo, llevar a respuestas patológicas cuando los estímulos son excesivos o mal gestionados.
Enríquez profundiza en los efectos neurológicos específicos que la adicción al smartphone puede causar. “Las alteraciones dopaminérgicas en la vía mesolímbica que explican la adicción también están presentes en la vía mesocortical, cuya una de sus funciones es la capacidad de concentrarse y mantener la atención”, señala.
La desregulación de ambas vías dopaminérgicas, agrega, podría explicar los problemas de inatención y concentración observados en quienes sufren de adicción. Además, “la alteración de la vía mesolímbica está vinculada con la desregulación emocional, un fenómeno frecuente en sujetos con dependencia a la tecnología”, plantea.
El neurólogo y académico UNAB advierte que, en los niños y adolescentes, la exposición prolongada a las pantallas debe ser una preocupación. “El cerebro está sufriendo cambios sinápticos hasta la adultez joven, es decir, es aún ‘inmaduro’ y puede ser moldeado por el entorno”, afirma. Este proceso de maduración puede ser alterado por la exposición constante a dispositivos móviles, provocando posibles trastornos en el desarrollo cognitivo, como el retraso en la adquisición del lenguaje en los más pequeños.
Una cuestión interesante planteada por el estudio de Heidelberg es la posibilidad de que, al interrumpir el uso de smartphones por un periodo de 72 horas, se pueda resetear parcialmente el cerebro, aunque el Dr. Enríquez advierte que la simple interrupción no es suficiente para modificar hábitos de largo plazo. “Retomar el hábito adictivo al poco tiempo de su cese podría llevar a la potenciación del circuito dopaminérgico de la adicción”, explica el experto. Esto sugiere que, aunque la desconexión temporal puede ofrecer un alivio momentáneo, la verdadera solución podría estar en cambiar los patrones de uso a largo plazo y evitar recaídas.

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