Emprender para transformar: datos que inspiran, desafíos que movilizan

Eduardo Barrueto 2025 (1)Eduardo A. Barrueto Mercado, Académico Facultad de Economía y Negocios Universidad Andrés Bello.

El emprendimiento ya no es sinónimo de iniciar un nuevo negocio, es sinónimo de transformador: un catalizador para enfrentar nuevos desafíos sociales, adaptarse a nuevas tecnologías y construir economías más sostenibles, sustentables e inclusivas. En el marco del Día Mundial del Emprendimiento conviene hacer una reflexión más profunda de lo que implica crear un nuevo negocio y prospectar su impacto y los desafíos que aún deben movilizar nuestra atención como país y como ecosistema global.

Según el último informe del Global Entrepreneurship Monitor (GEM 2023/24), cerca de 290 millones de personas en el mundo están involucradas activamente en procesos de emprendimiento temprano. En efecto en los países más desarrollados, el 72% emprende para buscar nuevas oportunidades de negocio, mientras que en las economías emergentes la mayoría lo hace por necesidad. Esta distinción constituye un factor clave para el desarrollo de las economías, ya que no solo importa que se emprenda, sino desde qué condiciones se emprende y cuál es el potencial de escalabilidad y sostenibilidad que se activa a crear un nuevo negocio.

según cifras del Banco Mundial, a nivel global, las pequeñas y medianas empresas (PYMEs) representan el 90% del total de empresas y generan alrededor del 70% del empleo formal, En América Latina, el emprendimiento surge como un nuevo espacio para la creación de nuevos negocios post-pandemia, impulsado por la digitalización, la economía circular y el surgimiento de soluciones tecnológicas en áreas como fintech, salud, logística y educación virtual.

En este contexto, Chile se ha consolidado como un actor emergente con una posición destacada en la región. Según el Global Startup Ecosystem Index 2023, Santiago lidera en América Latina como la ciudad más favorable para emprender, gracias al desarrollo de un ecosistema emprendedor, apoyado por políticas públicas como Start-Up Chile, la articulación de universidades, incubadoras, fondos de inversión y una red creciente de mentores y aceleradoras de negocios.

El dinamismo del ecosistema chileno se refleja también en cifras recientes del Ministerio de Economía, que señalan que el 59% de las PYMEs tiene menos de cinco años, y que el 74% de los nuevos emprendimientos operan en formato digital o híbrido, aprovechando herramientas como el e-commerce, marketing digital, plataformas de pago y automatización de procesos logísticos. Además, el país ha visto emerger más de 350 startups activas desde el año 2012, según StartupsLatam, con fuerte presencia en sectores como fintech, agrotech, salud, educación y servicios. Este fenómeno marca una tendencia desde un emprendimiento tradicional hacia uno más sofisticado, con impacto, escalabilidad, tecnología y visión global, sin embargo, no todo es celebración. El 41% de los nuevos emprendimientos no logra superar los tres años, de acuerdo con cifras oficiales. Las barreras más frecuentes son: falta de financiamiento temprano, debilidad en modelos de negocio, limitada profesionalización de la gestión, y brechas en internacionalización. Además, fenómenos externos como la inflación, la incertidumbre económica y los eventos climáticos extremos también afectan su supervivencia.

Frente a este escenario, es prioritario repensar el acompañamiento emprendedor, ya que no basta solo con enseñar a emprender, sino que se necesita una cultura de colaboración entre el Estado, la academia y el sector privado, enfocada en fortalecer capacidades, facilitar el acceso a capital de riesgo y crear entornos que promuevan la innovación continua.

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