Por Stephan Jarpa Cuadra, académico de la Escuela de Química y Farmacia de la U. Andrés Bello
Después del agua potable, la vacunación es una de las políticas públicas de salud más importantes de la historia de la humanidad, muestra de ello son las millones de vidas que se han salvado por este simple acto sanitario.
En Chile, el Programa Nacional de Inmunizaciones del Ministerio de Salud (PNI) es un programa sólido, activo y muy dinámico. Sin embargo, hoy el proceso de vacunación enfrenta crecientes cuestionamientos y una amplia circulación de desinformación, desafío que tenemos que enfrentar.
Uno de los grandes mitos es que las vacunas llevan metales pesados, que podrían ser incidentes a enfermedades de tipo neurológicas, pero en general, no poseen estos compuestos ni derivados. Solo la vacuna contra hepatitis B y contra la difteria y tétanos contienen trazas, es decir, muy pequeñas cantidades que han demostrado su inocuidad a través de numerosos estudios científicos.
Cabe destacar que las concentraciones de metales pesados en los alimentos y el agua son mayores que los que podrían contener las vacunas y, así todo, nunca se ha generado un problema por utilizar estos productos. No olvidemos que todas las vacunas deben pasar por controles de calidad y seguridad que realiza el Instituto de Salud Pública de Chile (ISP).
Para garantizar la seguridad de las vacunas e inmunizaciones, el ISP cuenta con un sistema de farmacovigilancia (FV) desde el año 1995 y desde el 2013 da lineamientos específicos para cada vacuna.
Desde entonces se ha mejorado continuamente la FV de vacunas, desarrollando un modelo integral que involucra la participación de diferentes actores como el PNI y la red asistencial pública y privada del país. El propósito es garantizar que los beneficios de la vacunación continúen superando con creces sus posibles efectos adversos. Esto ha permitido que nuestro de sistema de farmacovigilancia sea reconocido como un sistema de referencia en la región de las Américas.
En esta temporada de otoño-invierno las vacunas serán las protagonistas de nuestro cuidado. El MINSAL ya ha programado la inmunización masiva a grupos más vulnerables en forma gratuita para los que accedan a través del sistema público de salud.
Es importante tener presente que el COVID-19 sigue presente y permanecerá entre nosotros por mucho tiempo, al igual que el virus de la influenza. Por ello, la vacunación continúa siendo una herramienta fundamental para mantener la protección individual y colectiva.
La población puede confiar en la calidad, seguridad y eficacia de las vacunas disponibles en el país, fundamentales para proteger a los grupos más vulnerables frente a este tipo de infecciones. Si bien existen excepciones de personas que no pueden vacunarse por razones médicas, determinadas por profesionales de la salud, para ellas se aplica la estrategia del “efecto capullo”. Esta consiste en vacunar a su entorno cercano, reduciendo así el riesgo de contagio y protegiéndolas de manera indirecta.
Confiemos juntos en la campaña de vacunación otoño-invierno. Detrás de cada dosis está el esfuerzo del Instituto de Salud Pública, que vela por vacunas seguras y efectivas para cuidarnos a todos.
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